Completadas las 365 etapas, este es el momento de tomar aliento y de soslayo, echar la vista atrás del camino recorrido. Como todos los 34 anteriores el mundo giró tan deprisa que me perdí en alguna salida, mis ausencias ocuparon el lugar en los nostálgicos convites a los que fui llamado, y mis palabras volvieron a enredar, un poco más si cabe, la atormentada impostura que me sigue desde hace tiempo.
Este año se escribe con dos nombres y tres rupturas que como torrentes sin cauce convergieron en la brecha que cruza mi corazón, el retrato del silencio en mis incognitas y la condena que elegí llamada soledad, son el balance de lo que el amor deja en mi cuando pasa.
Aún estoy de pie, y las ilusiones con raices presentes sueñan con acariciar el cielo aprendiendo en cada rato, descansando en cada abrazo. Ahi te espero, en el camino, andando sin cuidar las huellas que dejo tras de mi, con la intención de recorrerlas algún día en compañía de los que aprecio, amo y aún cuentan conmigo hasta diez, y brindando por los fantasmas que se quedaron porque así estaba escrito o porque persiuiendo un sueño yo simplemente fui un transeunte de su ayer.
Os quiero y os deseo suertecita, solo recordaros que mañana empezaremos escribiendo un dos seguido de un cero y un uno como comienzo de la serie que parece volver atrás
jueves, diciembre 31, 2009
martes, diciembre 22, 2009
Para la penúltima pagina de tu Moleskine
Porque hay palabras dadas que no tienen fecha de caducidad, y se entierran en las arenas del tiempo para ese momento en el que un falso recuerdo inunde tu memoria trayendo de nuevo mi nombre a tu instante presente, es tiempo de escribir sin barreras, letras desnudas de artificio, lágrimas de sentimiento crudo.
Me juré no sufrir más por amor y por ello abrazé a la soledad como un estado condena escogido y amparado por un exilio plagado de nostalgias, mi corazón está cansado y cada latido que porta un nombre le duele. En medio del zenith del caos apareciste y con tres instantes robados a lo imposible batiste las contraventanas de mi resistencia, tras morir en tu regazo supe que las utopías aplazadas se pagan con las amargas lágrimas de los odios cotidianos que rellenan los espacios que la pasión no completa, del espacio vacio entre nuestras miradas que no se encuentran, de la innegable realidad de las cosas que empieza por la distancia de dos mundos que transcienden los kilómetros y los oceanos.
Con cada susurro me mentía hasta perder la voz, queriendo creer en justo lo contrario de lo que la razón repetía y sólo me rebelaba inutil e infantilmente sellando el "te quiero" en mis labios, como el que le pone puertas al mar...
Tras la tormenta solo queda el silencio y la condena a la hoguera de los recuerdos perdiendose, como si de una maldición se tratara, los momentos en la impostura que torpemente simula que nunca exististe, que se inevnta un epitafio, que acumula razones sin sentido para alimentar el paso que hay del amor al estado opuesto.
Y yo sigo sin valer para este juego, y algún dia si te vuelvo a encontrar todavía me quedará un saludo para ti, y los puntos suspensivos que siempre se continuan con una cerveza en algún rincón con el encanto del reencuentro, una vez más reenganchado a lo imposible transformado en improbable, aunque por ahora no sea...
Lo peor del amor cuando termina
son las habitaciones ventiladas,
el puré de reproches con sardinas,
las golondrinas muertas en la almohada.
Lo malo del después son los despojos
que embalsaman al humo de los sueños,
los teléfonos que hablan con los ojos,
el sístole sin diástole sin dueño.
Lo más ingrato es encalar la casa,
remendar las virtudes veniales,
condenar a la hoguera los archivos.
Lo peor del amor es cuando pasa,
cuando al punto final de los finales
no le quedan dos puntos suspensivos…
Me juré no sufrir más por amor y por ello abrazé a la soledad como un estado condena escogido y amparado por un exilio plagado de nostalgias, mi corazón está cansado y cada latido que porta un nombre le duele. En medio del zenith del caos apareciste y con tres instantes robados a lo imposible batiste las contraventanas de mi resistencia, tras morir en tu regazo supe que las utopías aplazadas se pagan con las amargas lágrimas de los odios cotidianos que rellenan los espacios que la pasión no completa, del espacio vacio entre nuestras miradas que no se encuentran, de la innegable realidad de las cosas que empieza por la distancia de dos mundos que transcienden los kilómetros y los oceanos.
Con cada susurro me mentía hasta perder la voz, queriendo creer en justo lo contrario de lo que la razón repetía y sólo me rebelaba inutil e infantilmente sellando el "te quiero" en mis labios, como el que le pone puertas al mar...
Tras la tormenta solo queda el silencio y la condena a la hoguera de los recuerdos perdiendose, como si de una maldición se tratara, los momentos en la impostura que torpemente simula que nunca exististe, que se inevnta un epitafio, que acumula razones sin sentido para alimentar el paso que hay del amor al estado opuesto.
Y yo sigo sin valer para este juego, y algún dia si te vuelvo a encontrar todavía me quedará un saludo para ti, y los puntos suspensivos que siempre se continuan con una cerveza en algún rincón con el encanto del reencuentro, una vez más reenganchado a lo imposible transformado en improbable, aunque por ahora no sea...
Lo peor del amor cuando termina
son las habitaciones ventiladas,
el puré de reproches con sardinas,
las golondrinas muertas en la almohada.
Lo malo del después son los despojos
que embalsaman al humo de los sueños,
los teléfonos que hablan con los ojos,
el sístole sin diástole sin dueño.
Lo más ingrato es encalar la casa,
remendar las virtudes veniales,
condenar a la hoguera los archivos.
Lo peor del amor es cuando pasa,
cuando al punto final de los finales
no le quedan dos puntos suspensivos…
sábado, diciembre 19, 2009
El que no pudo amar
Desde que don Juan se ha casado es casi imposible encontrarlo fuera de su casa, sobre todo por la noche. Los cabellos ralos y grises, los hombros un poco curvados y también -¿por qué no decirlo?- un catarro obstinado, ya crónico, lo tienen apartado del mundo y de sus pompas. Sin embargo, una noche, a mediados de marzo, vi a don Juan Tenorio hablando en un lugar público con Juan Buttadeo, llamado el Judío Errante.
En medio de la ridícula majestad de una gran cervecería de tipo germánico, bajo la claridad esfumada de una redonda lámpara eléctrica, los dos hombres hablaban, meneando sus grises cabezas, sin mirar a las mujeres de labios rojos y a los jovencitos escuálidos que se hallaban ganduleando y beborroteando en torno de ellas. Las dos legendarias apariciones habían bebido su café y no parecía que se diesen cuenta de que se hallaban en el mundo de los estudiosos del "folclor" y de los profesores de poesía comparada. Vivían y hablaban como ustedes y como yo, y sus palabras me llegaron distintas y comprensibles apenas me acerqué a la mesita de hierro junto a la que se hallaban sentados. Había una silla vacía cerca de ellos y me senté en ella. Los dos viejos no interrumpieron su conversación y me miraron con una fugitiva sonrisa, como si hubiese sido un amigo de la infancia que acabasen de dejar pocos momentos antes.
-No es fácil; no, no es fácil -afirmaba enérgicamente don Juan- dar una explicación de mi historia, y tal vez me moriré antes de que se descubra el secreto de mi vida. He ido algunas veces al teatro donde representaban mis gestas y me he reído mucho más que los otros al ver aquella ingenua parodia que hace de mí un insaciable libertino, amasijo de lujuria y de vanidad, arrastrado finalmente al infierno por la venganza del Comendador y de Dios.
"¡Dulcísima cosa no ser comprendido por esos reyes de la platea! Ni siquiera Molière, quien, sin embargo, era cortesano y comediante, pudo comprender quién era yo. Bajo mi justillo azul marino, bajo mi sombrero de solitaria pluma negra, nadie ha sabido verme. Seducciones, besos, raptos nocturnos, escaleras secretas, citas insidiosas, celadas, mascaradas y banquetes, y el blanco monumento, y la última fiesta, todo eso era exterior, convencional, ficción; los escritores de tragicomedias y poemas han visto todo eso y nada más. Un pintoresco seductor, un caprichoso caballero, un voluble enamorado; eso es lo que soy para todos ésos y para los que los leen. ¡Y ninguno de estos grandes reveladores del corazón humano han descubierto la razón desesperada de mis aventuras, ni siquiera uno ha adivinado que fui libertino contra mi voluntad y voluble contra mi deseo!
"Podría volver a evocar las noches de mi primera adolescencia, cuando antes de dormirme intentaba imaginar y decidir cuál iba a ser mi vida. No ha habido ningún muchacho más apacible y puro que yo. Pensaba en el amor como en una cosa sagrada y en la mujer como en un proemio misterioso que me esperaba en el umbral de la juventud. Y la juventud llegó, y vino la primavera, y temblaron las estrellas y reverdecieron los árboles, y las mujeres se envolvieron en sus bellos vestidos claros. Pero el amor no vino. El amor fue para mí una palabra. No sentí ninguna de aquellas palpitaciones que hacen poner pálidos de repente los rostros de los hombres. No tuve sobresaltos ni estremecimientos a la vista de un querido rostro, al sonido de una voz clara. Mis sentidos se despertaron, pero mi corazón permaneció tranquilo, pausado, como antes. Tenía el deseo del amor, pero no la capacidad de amar. Comprendía que no amaría nunca, que no podría conocer nunca los extravíos y los perfumes de la pasión. Comprendía que podría disfrutar de las mujeres, que podría hacerme amar por ellas, pero que no conseguiría agitar por un solo momento mi corazón o turbar mi alma. No quise creer en los primeros tiempos en esa imposibilidad de amar y busqué todos los caminos para desmentir mis primeras experiencias, ya que creía en la belleza y en la grandeza del amor, y no quería que las mujeres fuesen para mí únicamente un juego y un pasatiempo. Traté, pues, de hacer nacer en mí, por todos los medios, esa pasión de la que me sentía espontáneamente incapaz; probé todos los métodos para que se desarrollara en mí, aunque no fuese más que por una sola vez, la loca llama del amor.
"Pensé que lo conseguiría obrando 'como si' estuviese enamorado, esperando que, a fuerza de repetir ciertas palabras y de realizar ciertos actos, nacería también en mí el sentimiento que los demás expresaban con esos actos y palabras. Por eso fingí perfectamente amar e imité todos los gestos, las sonrisas, las miradas, las palabras, las expresiones que usan los enamorados. Repetí mil, diez mil veces las más tiernas imágenes, las más ardientes confidencias y los más apasionados suspiros de lírica apasionada; besé, acaricié, suspiré, pasé largas horas bajo una ventana; esperé noches enteras envuelto en mi capa, la aparición de una luz conocida; escribí cartas desatinadas, me esforcé en verter lágrimas de emoción y conseguí perfectamente comprometerme a los ojos de todos, jurándome solemnemente prometido a una jovencita que mi comedia amorosa había turbado. Pero todo fue vano. De nada valió mi diligente ficción, estudiada con arreglo a los modelos más perfectos y los libros más célebres. Continuaba siendo incapaz del verdadero y único amor; tenía que reconocer siempre mi radical imposibilidad de amar.
"Entonces comenzó mi vida legendaria, aquella que ha hecho de mí el tipo del inconstante libertino. Hasta aquel tiempo había sido puro de cuerpo y había buscado con toda el alma aquel afecto potente y terrible de que todos los hombres son presa, al menos una vez. Pero ante mi impotencia pasional no tuve valor para resignarme. Quise aún, y por toda la vida, tentar la suerte. Esperaba que, tal vez repentinamente, el amor surgiría a oleadas de mi corazón, más intenso e impetuoso a causa de la larga espera. Creía que hasta aquel momento no había nacido en mí porque no había encontrado todavía la mujer que debía hacer brotar y bullir mi interna fuente de pasión. Y comencé a buscar desesperadamente a esa mujer; recorrí todos los países, todas las ciudades del mundo, toda la Tierra, seduciendo muchachas, atrayendo vírgenes, conquistando viudas y esposas; siempre inquieto, incansable, descontento, no satisfecho; siempre al acecho de esa mujer única, de esa liberadora desconocida que debía existir en alguna parte, que debía encontrar, que debía hacerme conocer el amor inmortal. Y hubo mujeres que huyeron conmigo, y mujeres que lloraron por mí, y mujeres que murieron por mí, y nunca tuve la alegría y la sorpresa de encontrar aquella que debía hacer estremecer mi corazón y confundir mi espíritu. Disfruté los cuerpos de innumerables mujeres, sentí latir sobre mi pecho innumerables corazones de amantes, y, sin embargo, ni por un momento fui capaz de fundir mi alma con la de la que amaba. Me hallaba a su lado con el espíritu frío, insensible, lúcido: interesado únicamente en las formas de sus miembros y en la graciosa curiosidad de sus pequeñas almas ardientes. Las miraba a los ojos -ojos negros, ojos azules, ojos grises, ojos de espasmo y de pasión- y veía en ellos reflejarse mi rostro, y veía brillar la alegría de ellas al sentirme a su lado, y, sin embargo, mis ojos no se velaron ni por un instante, y cuando las había poseído, las dejaba sin remordimientos.
"Se dijo entonces que yo era un vil lujurioso que buscaba el placer del cuerpo y despreciaba el amor, ¡cuando yo iba de mujer en mujer, de aventura en aventura, para buscar precisamente el único amor, y mi volubilidad nacía de la constancia en quererlo encontrar, y mi capricho nacía de la desesperación de no encontrarlo! Creían que yo me divertía, cuando estaba triste por mi vana persecución; dijeron que era cruel, cuando la suerte era cruel conmigo. Buscaba mil mujeres porque no conseguía amar a una sola para siempre, y se imaginaban que yo quería burlarme de todas. No vieron bajo la aparente ligereza del voluble caballero toda la rabiosa tristeza del 'amante no correspondido por el amor'. Muchos corazones de mujeres sufrieron por mi culpa, pero ninguna conoció, ni en las lágrimas ni en los sollozos del abandono, toda la acerba desesperación de mi alma no satisfecha de la mórbida carne ni de las veloces fortunas. Bajo la máscara de mi leyenda se halla la amarga sonrisa del que fue amado demasiado y no consiguió amar".
Calló el viejo seductor en este momento, y el otro viejo comenzó a hablar con voz lejana:
-Lo que has dicho es tal vez verdad y ciertamente terrible. Pero no has dicho más que la causa interna, la prehistoria de tu leyenda, y no has ofrecido ninguna nueva interpretación, no has añadido ningún nuevo sentido. Yo, que hace siglos y siglos recorro el mundo y he aprendido a meditar en la soledad; yo, que he llegado a ser como el errante Edipo, descifrador de enigmas y filósofo trágico, comprendo perfectamente la moraleja que se desprende de tu lamentable historia. Aquello que los hombres han querido condenar y matar en ti es "el amor a la diversidad, el amor al cambio". Ante tu ir de mujer en mujer, ante la continua movilidad de tus gustos y de tus deseos, ellos han levantado la blanca y rígida estatua del Comendador, el verdadero símbolo, diría un lógico, del inmóvil concepto ante la continua variedad de la intuición. ¡Y por eso, oh don Juan, eres mi hermano! También en mí los hombres han expresado su odio y su miedo al cambio.
"Me han condenado a ser un eterno vagabundo, imaginándose que el cambiar continuamente de lugar, ver siempre cosas nuevas, no tener morada fija, un rincón estable del nacimiento a la muerte, constituye la más grande maldición para el alma de un hombre. En cambio, yo he convertido en alegría su condena; me he hecho un alma magnífica, de pasajero, de explorador, de peregrino, de caballero errante, de globetrotter aficionado, y así vivo, en el continuo diverso y en el perpetuo cambio, una vida bastante más rica que la de mis jueces y mis verdugos. Yo y tú, don Juan, somos los héroes de la diversidad y de la mutabilidad, y los esclavos de la casa única y de la mujer única nos han querido escupir con desprecio. Pero nosotros corremos, ¡oh don Juan!, nosotros corremos más de prisa que ellos y ellos irán pronto bajo tierra a incubar su económica felicidad".
Pero don Juan no escuchaba al sentencioso viajero, y apenas éste hubo callado, continuó hablando:
-Bajo la máscara de mi leyenda hay tal vez una sonrisa, una amarga sonrisa, pero dentro de mi corazón no hay más que angustia, siempre renovada por mis desilusiones. Ahora ya soy viejo, y no sabré nunca qué cosa es el amor. La mujer que buscaba no me ha salido al encuentro por ningún camino, y cuando ha llegado la vejez y he tenido necesidad del reposo y de cuidados, no he encontrado más que una pobre criada que haya querido cuidarme.
El Judío Errante iba a sacar alguna consecuencia filosófica de las palabras de don Juan, cuando un hombrecillo muy cumplido, vestido de negro y con un lunar sobre el bigote izquierdo, vino a anunciar que la cervecería se cerraba. Don Juan sacó de su bolsa una moneda de oro, pero el hombrecillo la miró y la rechazó. Era un doblón español de 1662. Juan Buttadeo, más práctico, sacó del bolsillo una moneda de plata, la hizo sonar sobre la mesa y los tres salimos juntos a la plaza desierta, riéndonos estrepitosamente sin razón ninguna.
En medio de la ridícula majestad de una gran cervecería de tipo germánico, bajo la claridad esfumada de una redonda lámpara eléctrica, los dos hombres hablaban, meneando sus grises cabezas, sin mirar a las mujeres de labios rojos y a los jovencitos escuálidos que se hallaban ganduleando y beborroteando en torno de ellas. Las dos legendarias apariciones habían bebido su café y no parecía que se diesen cuenta de que se hallaban en el mundo de los estudiosos del "folclor" y de los profesores de poesía comparada. Vivían y hablaban como ustedes y como yo, y sus palabras me llegaron distintas y comprensibles apenas me acerqué a la mesita de hierro junto a la que se hallaban sentados. Había una silla vacía cerca de ellos y me senté en ella. Los dos viejos no interrumpieron su conversación y me miraron con una fugitiva sonrisa, como si hubiese sido un amigo de la infancia que acabasen de dejar pocos momentos antes.
-No es fácil; no, no es fácil -afirmaba enérgicamente don Juan- dar una explicación de mi historia, y tal vez me moriré antes de que se descubra el secreto de mi vida. He ido algunas veces al teatro donde representaban mis gestas y me he reído mucho más que los otros al ver aquella ingenua parodia que hace de mí un insaciable libertino, amasijo de lujuria y de vanidad, arrastrado finalmente al infierno por la venganza del Comendador y de Dios.
"¡Dulcísima cosa no ser comprendido por esos reyes de la platea! Ni siquiera Molière, quien, sin embargo, era cortesano y comediante, pudo comprender quién era yo. Bajo mi justillo azul marino, bajo mi sombrero de solitaria pluma negra, nadie ha sabido verme. Seducciones, besos, raptos nocturnos, escaleras secretas, citas insidiosas, celadas, mascaradas y banquetes, y el blanco monumento, y la última fiesta, todo eso era exterior, convencional, ficción; los escritores de tragicomedias y poemas han visto todo eso y nada más. Un pintoresco seductor, un caprichoso caballero, un voluble enamorado; eso es lo que soy para todos ésos y para los que los leen. ¡Y ninguno de estos grandes reveladores del corazón humano han descubierto la razón desesperada de mis aventuras, ni siquiera uno ha adivinado que fui libertino contra mi voluntad y voluble contra mi deseo!
"Podría volver a evocar las noches de mi primera adolescencia, cuando antes de dormirme intentaba imaginar y decidir cuál iba a ser mi vida. No ha habido ningún muchacho más apacible y puro que yo. Pensaba en el amor como en una cosa sagrada y en la mujer como en un proemio misterioso que me esperaba en el umbral de la juventud. Y la juventud llegó, y vino la primavera, y temblaron las estrellas y reverdecieron los árboles, y las mujeres se envolvieron en sus bellos vestidos claros. Pero el amor no vino. El amor fue para mí una palabra. No sentí ninguna de aquellas palpitaciones que hacen poner pálidos de repente los rostros de los hombres. No tuve sobresaltos ni estremecimientos a la vista de un querido rostro, al sonido de una voz clara. Mis sentidos se despertaron, pero mi corazón permaneció tranquilo, pausado, como antes. Tenía el deseo del amor, pero no la capacidad de amar. Comprendía que no amaría nunca, que no podría conocer nunca los extravíos y los perfumes de la pasión. Comprendía que podría disfrutar de las mujeres, que podría hacerme amar por ellas, pero que no conseguiría agitar por un solo momento mi corazón o turbar mi alma. No quise creer en los primeros tiempos en esa imposibilidad de amar y busqué todos los caminos para desmentir mis primeras experiencias, ya que creía en la belleza y en la grandeza del amor, y no quería que las mujeres fuesen para mí únicamente un juego y un pasatiempo. Traté, pues, de hacer nacer en mí, por todos los medios, esa pasión de la que me sentía espontáneamente incapaz; probé todos los métodos para que se desarrollara en mí, aunque no fuese más que por una sola vez, la loca llama del amor.
"Pensé que lo conseguiría obrando 'como si' estuviese enamorado, esperando que, a fuerza de repetir ciertas palabras y de realizar ciertos actos, nacería también en mí el sentimiento que los demás expresaban con esos actos y palabras. Por eso fingí perfectamente amar e imité todos los gestos, las sonrisas, las miradas, las palabras, las expresiones que usan los enamorados. Repetí mil, diez mil veces las más tiernas imágenes, las más ardientes confidencias y los más apasionados suspiros de lírica apasionada; besé, acaricié, suspiré, pasé largas horas bajo una ventana; esperé noches enteras envuelto en mi capa, la aparición de una luz conocida; escribí cartas desatinadas, me esforcé en verter lágrimas de emoción y conseguí perfectamente comprometerme a los ojos de todos, jurándome solemnemente prometido a una jovencita que mi comedia amorosa había turbado. Pero todo fue vano. De nada valió mi diligente ficción, estudiada con arreglo a los modelos más perfectos y los libros más célebres. Continuaba siendo incapaz del verdadero y único amor; tenía que reconocer siempre mi radical imposibilidad de amar.
"Entonces comenzó mi vida legendaria, aquella que ha hecho de mí el tipo del inconstante libertino. Hasta aquel tiempo había sido puro de cuerpo y había buscado con toda el alma aquel afecto potente y terrible de que todos los hombres son presa, al menos una vez. Pero ante mi impotencia pasional no tuve valor para resignarme. Quise aún, y por toda la vida, tentar la suerte. Esperaba que, tal vez repentinamente, el amor surgiría a oleadas de mi corazón, más intenso e impetuoso a causa de la larga espera. Creía que hasta aquel momento no había nacido en mí porque no había encontrado todavía la mujer que debía hacer brotar y bullir mi interna fuente de pasión. Y comencé a buscar desesperadamente a esa mujer; recorrí todos los países, todas las ciudades del mundo, toda la Tierra, seduciendo muchachas, atrayendo vírgenes, conquistando viudas y esposas; siempre inquieto, incansable, descontento, no satisfecho; siempre al acecho de esa mujer única, de esa liberadora desconocida que debía existir en alguna parte, que debía encontrar, que debía hacerme conocer el amor inmortal. Y hubo mujeres que huyeron conmigo, y mujeres que lloraron por mí, y mujeres que murieron por mí, y nunca tuve la alegría y la sorpresa de encontrar aquella que debía hacer estremecer mi corazón y confundir mi espíritu. Disfruté los cuerpos de innumerables mujeres, sentí latir sobre mi pecho innumerables corazones de amantes, y, sin embargo, ni por un momento fui capaz de fundir mi alma con la de la que amaba. Me hallaba a su lado con el espíritu frío, insensible, lúcido: interesado únicamente en las formas de sus miembros y en la graciosa curiosidad de sus pequeñas almas ardientes. Las miraba a los ojos -ojos negros, ojos azules, ojos grises, ojos de espasmo y de pasión- y veía en ellos reflejarse mi rostro, y veía brillar la alegría de ellas al sentirme a su lado, y, sin embargo, mis ojos no se velaron ni por un instante, y cuando las había poseído, las dejaba sin remordimientos.
"Se dijo entonces que yo era un vil lujurioso que buscaba el placer del cuerpo y despreciaba el amor, ¡cuando yo iba de mujer en mujer, de aventura en aventura, para buscar precisamente el único amor, y mi volubilidad nacía de la constancia en quererlo encontrar, y mi capricho nacía de la desesperación de no encontrarlo! Creían que yo me divertía, cuando estaba triste por mi vana persecución; dijeron que era cruel, cuando la suerte era cruel conmigo. Buscaba mil mujeres porque no conseguía amar a una sola para siempre, y se imaginaban que yo quería burlarme de todas. No vieron bajo la aparente ligereza del voluble caballero toda la rabiosa tristeza del 'amante no correspondido por el amor'. Muchos corazones de mujeres sufrieron por mi culpa, pero ninguna conoció, ni en las lágrimas ni en los sollozos del abandono, toda la acerba desesperación de mi alma no satisfecha de la mórbida carne ni de las veloces fortunas. Bajo la máscara de mi leyenda se halla la amarga sonrisa del que fue amado demasiado y no consiguió amar".
Calló el viejo seductor en este momento, y el otro viejo comenzó a hablar con voz lejana:
-Lo que has dicho es tal vez verdad y ciertamente terrible. Pero no has dicho más que la causa interna, la prehistoria de tu leyenda, y no has ofrecido ninguna nueva interpretación, no has añadido ningún nuevo sentido. Yo, que hace siglos y siglos recorro el mundo y he aprendido a meditar en la soledad; yo, que he llegado a ser como el errante Edipo, descifrador de enigmas y filósofo trágico, comprendo perfectamente la moraleja que se desprende de tu lamentable historia. Aquello que los hombres han querido condenar y matar en ti es "el amor a la diversidad, el amor al cambio". Ante tu ir de mujer en mujer, ante la continua movilidad de tus gustos y de tus deseos, ellos han levantado la blanca y rígida estatua del Comendador, el verdadero símbolo, diría un lógico, del inmóvil concepto ante la continua variedad de la intuición. ¡Y por eso, oh don Juan, eres mi hermano! También en mí los hombres han expresado su odio y su miedo al cambio.
"Me han condenado a ser un eterno vagabundo, imaginándose que el cambiar continuamente de lugar, ver siempre cosas nuevas, no tener morada fija, un rincón estable del nacimiento a la muerte, constituye la más grande maldición para el alma de un hombre. En cambio, yo he convertido en alegría su condena; me he hecho un alma magnífica, de pasajero, de explorador, de peregrino, de caballero errante, de globetrotter aficionado, y así vivo, en el continuo diverso y en el perpetuo cambio, una vida bastante más rica que la de mis jueces y mis verdugos. Yo y tú, don Juan, somos los héroes de la diversidad y de la mutabilidad, y los esclavos de la casa única y de la mujer única nos han querido escupir con desprecio. Pero nosotros corremos, ¡oh don Juan!, nosotros corremos más de prisa que ellos y ellos irán pronto bajo tierra a incubar su económica felicidad".
Pero don Juan no escuchaba al sentencioso viajero, y apenas éste hubo callado, continuó hablando:
-Bajo la máscara de mi leyenda hay tal vez una sonrisa, una amarga sonrisa, pero dentro de mi corazón no hay más que angustia, siempre renovada por mis desilusiones. Ahora ya soy viejo, y no sabré nunca qué cosa es el amor. La mujer que buscaba no me ha salido al encuentro por ningún camino, y cuando ha llegado la vejez y he tenido necesidad del reposo y de cuidados, no he encontrado más que una pobre criada que haya querido cuidarme.
El Judío Errante iba a sacar alguna consecuencia filosófica de las palabras de don Juan, cuando un hombrecillo muy cumplido, vestido de negro y con un lunar sobre el bigote izquierdo, vino a anunciar que la cervecería se cerraba. Don Juan sacó de su bolsa una moneda de oro, pero el hombrecillo la miró y la rechazó. Era un doblón español de 1662. Juan Buttadeo, más práctico, sacó del bolsillo una moneda de plata, la hizo sonar sobre la mesa y los tres salimos juntos a la plaza desierta, riéndonos estrepitosamente sin razón ninguna.
jueves, octubre 01, 2009
Saudade
Porque no te encuentro en mi y pueblas mi territorio, visitandome en las esquivas miradas que me topo al pasear, saludándome en los alfeizares de las ventanas que reflejan el crepúsculo de ciento y una tardes otoñales; sususrrando enigmas en los oscuros rincones de mi soledad. Te encuentro cuando reniego de ti rasgándo las vestiduras de un capricho que se disfrazó de promesa, de un paraiso que se tornó en cuna de mi destierro, de una quimera que congeló su vuelo al contemplar como la llegada del día convierte sus alas en plomo.
Te pierdo entre mis sábanas cuando lúbricos sueños juegan con mi deseo confundiendo a mi alma con etereos besos del sabor a lo dulce que trae el coincidir con tu boca; el rendirme en tu cuerpo; el morirme dentro.
Te pierdo en cada saludo que pronuncio, en cada oportunidad que tienta a mis ganas marchitas de tanto esperar,en cada día que me convenzo más de mi destino atado al siempre lejos pero tan dolorosamente presente, en cada noche en vela dedicada a armar el puzzle de una la felicidad que nunca es plena, de una agonía que se ahoga bajo la mordaza de lo correcto.
Te extraño aunque no se cuanto porque ya perdí la cuenta vencido por la saudade.
Te pierdo entre mis sábanas cuando lúbricos sueños juegan con mi deseo confundiendo a mi alma con etereos besos del sabor a lo dulce que trae el coincidir con tu boca; el rendirme en tu cuerpo; el morirme dentro.
Te pierdo en cada saludo que pronuncio, en cada oportunidad que tienta a mis ganas marchitas de tanto esperar,en cada día que me convenzo más de mi destino atado al siempre lejos pero tan dolorosamente presente, en cada noche en vela dedicada a armar el puzzle de una la felicidad que nunca es plena, de una agonía que se ahoga bajo la mordaza de lo correcto.
Te extraño aunque no se cuanto porque ya perdí la cuenta vencido por la saudade.
lunes, agosto 17, 2009
Antes, ayer, hace un instante
Antes, ayer, hace un instante, las palabras brotaban del manantial de mi soledad, ahora esa misma soledad fértil en suspiros, derrotas y desalientos se ha tomado un respiro por vacaciones o por prescripción médica, harta de acompañar a quién colecciona rostros siempre de paso, siempre accidentalmente, siempre a la distancia precisa para no implicarse. Como un Pinoccio que abandona a este titiritero de los sentimientos que ahoga su pena en la representación de sus miserias, en el teatrillo ambulante que recorre los barrios del mundo recaudando monedas a cambio de dulces mentiras.
Antes me reconocía en el espejo de una tristeza cargada de razones creadas al efecto, solo ayer me erigía como abogado defensor de mi causa perdida, esgrimiendo magistrales argumentos ante un tribunal que desde el inicio tenía la sentencia firmada por unanimidad. Hace apenas un instante recogía lágrimas en el fondo del mar, coleccionaba lamentos egoístas en medio de una tormenta de silencios, cosechaba nostalgias etiquetadas con latidos que ya no me pertenecían, con entrada de registro en el olvido.
Antes la culpa era suficiente para aliviar durante un par de pasos estos hombros que todo aguantaban y hoy crujen amenazando con romper la leyenda que tantos aclamaron y tan pocos acompañan. Ayer aún compartía distancias en un combate a última sangre con la que más me ha enseñado de mí, de la vida, de los límites de la cordura, de la más honda locura, del peso del respeto y del abismo de su ausencia, de lo que de verdad importa a fuerza de abrazar atillos de espinos envenenados con lo insignificante. Hace un instante volvía a despedirme de la promesa de un mañana envuelta en tus labios y ahora desconozco que viene tras este segundo que ahora consumo excepto que sigo en pie y continuo soñando.
Antes me reconocía en el espejo de una tristeza cargada de razones creadas al efecto, solo ayer me erigía como abogado defensor de mi causa perdida, esgrimiendo magistrales argumentos ante un tribunal que desde el inicio tenía la sentencia firmada por unanimidad. Hace apenas un instante recogía lágrimas en el fondo del mar, coleccionaba lamentos egoístas en medio de una tormenta de silencios, cosechaba nostalgias etiquetadas con latidos que ya no me pertenecían, con entrada de registro en el olvido.
Antes la culpa era suficiente para aliviar durante un par de pasos estos hombros que todo aguantaban y hoy crujen amenazando con romper la leyenda que tantos aclamaron y tan pocos acompañan. Ayer aún compartía distancias en un combate a última sangre con la que más me ha enseñado de mí, de la vida, de los límites de la cordura, de la más honda locura, del peso del respeto y del abismo de su ausencia, de lo que de verdad importa a fuerza de abrazar atillos de espinos envenenados con lo insignificante. Hace un instante volvía a despedirme de la promesa de un mañana envuelta en tus labios y ahora desconozco que viene tras este segundo que ahora consumo excepto que sigo en pie y continuo soñando.
sábado, junio 27, 2009
Mis eternas "sería"
Los segundos de un enfermo de amor, que presenta los sintomas de amar el amor, de encontrar en los pequeños detalles de sus princesas cotidianas un motivo para entregar el usufructo de los errantes latidos de un corazón vencido. Es en ellas en las que reside mi esperanza, en los besos que no di, en las caricias que no entregué,en las noches que simplemente pasé a su vera pero sin ellas. En este instante sólo siento su ausencia hueca como el hambre y reescribo historias con tinta que se desdibuja en cada trazo, su recuerdo no se pierde, se engalana en los versos sueltos que interpreto, en los silencios que pululan en mi cabeza envenenando sueños, robándome la felicidad, condenándome a vivir un perpetuo "sería" condicional como mi destino, criptico como mi ahora, denso como mi pasado.
sábado, mayo 30, 2009
Don Mario
Murió Benedetti y yo estaba en Madrid, a punto de volar de nuevo hacia mi exilio voluntario, hacia el destino que interpreté en su palabras, torciendo eso si sus renglones a la imagen de una isla con volcán. Murió el maestro que tradujo mi inquietud en poesia que sirviera de guia a un corazón en vela, en relatos que daban respuesta a una soledad que era doble hasta que empecé a compartirla con sus letras. Murió el cordón umbilical que me presentó al más bello de los platónicos, a la esencia de quien siempre estará tan lejos y a la vez tan dentro, dejándome como legado la esperanza de su compañía el relleno a medida de su ausencia. Murió un amante de la libertad del hombre como reivindicación de su condición humana y puramente individual. Murió pero no demasiado, siguiendo la senda de lo predicado esperó lo suficiente para añorar a su querida Luz, y se fue, sin ruido dejando un hastaluego prendado en nuestra penumbra.
jueves, mayo 14, 2009
Deconstruyendo
Es de suponer que el camino se deshace pisando en las baldosas que se rompieron con el torpe paso de los errores; leyendo las señales que se ocultaron tras la gasa de las promesas que hoy se venden al peso del viento; reservando 2 de cada 3 "te quiero" de los que siguen a la huella de su piel en mi boca; recordandome en cada segundo re-recorrido que soy humano, imperfecto y fragil; que tras un ala rota viene un desgarro o un adios sin acuse de recibo; que el amor es un juego peligroso donde el premio suele ser lo ya vivido y el riesgo es la distancia desde ese punto hasta el resto de mañanas con la nostalgia como compañera de viaje.
Es de suponer que para ordenar las cenizas en el aire y conformar un "yo", es requisito indispensable deconstruir lo conocido para apostar contra el destino el peligro de derribo.
Es de suponer que para ordenar las cenizas en el aire y conformar un "yo", es requisito indispensable deconstruir lo conocido para apostar contra el destino el peligro de derribo.
lunes, abril 27, 2009
in a boy´s dream
You've got your ball
You've got your chain
Tied to me tight tie me up again
Who's got their claws
in you my friend
Into your heart I'll beat again
Sweet like candy to my soul
Sweet you rock
and sweet you roll
Lost for you I'm so lost for you
You come crash into me
And I come into you,
I come into you
In a boy's dream
In a boy's dream
Touch your lips just so I know
In your eyes, love, it glows so
I'm bare-boned and crazy for you
When you come crash
into me, baby
And I come into you
In a boys dream
In a boys dream
If I've gone overboard
Then I'm begging you
to forgive me
In my haste
When I'm holding you so girl...
close to me
Oh and you come crash
into me, baby
And I come into you
Hike up your skirt a little more
and show the world to me
Hike up your skirt a little more
and show your world to me
In a boy's dream
In a boy's dream
Oh I watch you there
Through the window
And I stare at you
You wear nothing but you
wear it so well
Tied up and twisted,
the way I'd like to be
For you, for me, come crash
into me,
crash into me
crash into me
crash into me
crash into me
I'm the king of the castle
You're the dirty rascal
Crash into me
Oh see you crash into me baby,
'Cause I am swimming in your seas
And in your ocean
And I feel your waves come and crash into me
Oh yes I see the waves come and crash into me
Oh yes I feel the waves come and crash into me
miércoles, abril 22, 2009
A esa platea vacia
A esa platea vacia que es mi foro más incondicional. A ese espectador que se disfraza en la sombra con la capa del anonimato, a aquellos que aun pueblan mi nostalgia y le dan sentido a mis conversaciones desde el exilio. A ese patio de butacas salpicado por todos los puntos suspensivos que escribimos juntos, siempre con puño distinto, a menudo enturbiados por la intrusión de una presencia desde la ausencia, a veces interrumpidos por el paso de tus labios. A ese silencio que me rodea y que grita más fuerte que las voces que me acompañan a diario. Para todos vosotros mi más profundo agradecimiento porque sois el sustento de un alma que a ratos muere de inanición, el remedio de un espiritu quebradizo, y la ilusión de un hombre desgastado. Para vosotros, donde quiera que esteis, va mi aplauso en el vacio de este foro.
domingo, abril 12, 2009
Virgo
Para un hombre, hablar de las mujeres es una asignatura pendiente que no se aprueba con el paso de los septiembres, que no se aprende repsando los versos escritos en cien cuerpos diferentes, que se desaprende con cada adios, que se enquista con los besos robados en la noche.
Para que un hombre pueda acercarse a definir a una mujer, debe pagar el peaje de su ausencia, porque este es un privilegio reservado a unos pocos, a los que han pasado en silencio muchas tardes grises sin la luz de su compañía, a los que han completado las escenas de su esencia con la espuma del mar batida contra los acantilados de los pueblos del norte; con el viento que mece la hierba en las tardes del verano tardio; con los suspiros de los niños; con la fragancia de la calma; con todo lo etéreo e intangible que adornan los sueños.
Completar el "es" exige haberlas amado y haberlas llorado en igual proporción, renunciar a las mieles de su piel cuando lo que hay en el otro platillo de la balanza es un instante compartiendo la tierra que ellas pisan, la tierra que tan bien conocen, la tierra que representan.
Para un hombre, conocer a una mujer debe ser capaz de sentir sin barreras, de comprender que la eternidad se fragua con segundos seguidos de otro segundo, que la tristeza es el reverso de nuestra sonrisa, que el sacrificio late en la sangre desde la concepción, que la mirada habla más que todas las lenguas, que las explicaciones, al uso, sobran porque no existen; que lo bello no es lo obvio...
Para un hombre, mientras, le bastará con coleccionar su paso por su vida, engañándose omo aquel que vive el carnaval a través de un cristal
Para que un hombre pueda acercarse a definir a una mujer, debe pagar el peaje de su ausencia, porque este es un privilegio reservado a unos pocos, a los que han pasado en silencio muchas tardes grises sin la luz de su compañía, a los que han completado las escenas de su esencia con la espuma del mar batida contra los acantilados de los pueblos del norte; con el viento que mece la hierba en las tardes del verano tardio; con los suspiros de los niños; con la fragancia de la calma; con todo lo etéreo e intangible que adornan los sueños.
Completar el "es" exige haberlas amado y haberlas llorado en igual proporción, renunciar a las mieles de su piel cuando lo que hay en el otro platillo de la balanza es un instante compartiendo la tierra que ellas pisan, la tierra que tan bien conocen, la tierra que representan.
Para un hombre, conocer a una mujer debe ser capaz de sentir sin barreras, de comprender que la eternidad se fragua con segundos seguidos de otro segundo, que la tristeza es el reverso de nuestra sonrisa, que el sacrificio late en la sangre desde la concepción, que la mirada habla más que todas las lenguas, que las explicaciones, al uso, sobran porque no existen; que lo bello no es lo obvio...
Para un hombre, mientras, le bastará con coleccionar su paso por su vida, engañándose omo aquel que vive el carnaval a través de un cristal
viernes, abril 03, 2009
La utopía robada al imposible
Mis manos recorriendo el infinito espacio de su espalda, jugando a avanzadilla del deseo que pesadamente buscaba apostarse su piel contra la mia a todo o todo. EL aroma a sexo invadía la estancia incitandonos a emborracharnos del otro, no era preciso, disponíamos de la eternidad encerrada en cada segundo que transcurríamos juntos. Notaba como su cuerpo se erizaba y suavemente se contraía a medida que mi tacto se perdía en la frontera de su vientre. No había necesidad de buscar más alla, el latido compartido saciaba el apetito por lo prohibido.
Un beso lanzado al aire fue lo único que rompió el silencio entre dos amantes naufragos del otro, que se vinieron a encontrar en medio de un oceáno de tiempo en la orilla de lo improbable. Siguió el silencio, y la letra de mil canciones se puso al servicio de un adios inminente, no sonaban, pero las sensaciones vividas y encerradas en sus melodías se atropellaban en cada uno de los suspiros cruzados.
Más silencio, penumbra, y el salado roce de una lágrima sirvieron de entrantes de un banquete de preguntas sin respuesta, de anhelos no satisfechos, de soledades con muchos nombres de compañeros de viaje, de "por qués" huerfanos de "porques".
Las lágrimas, que habían encontrado acomodo en nuestro festín de piel, rabia contenida y espíritu invitaron a los susurros a contar mentiras piadosas, y estos a su vez, como viento del norte, espolearon a nuestros labios a buscar refugio en los labios del otro, y nuestra esencia compartida se vació de nuevo en el recipiente de nuestros cuerpos cansados.
El tiempo, mientras, seguía robándonos la vida dulcemente, grabando la memoria de cada instante a fuego en la rugosa supeficie de una utopía que por deslices del destino se le robó al imposible.
Un beso lanzado al aire fue lo único que rompió el silencio entre dos amantes naufragos del otro, que se vinieron a encontrar en medio de un oceáno de tiempo en la orilla de lo improbable. Siguió el silencio, y la letra de mil canciones se puso al servicio de un adios inminente, no sonaban, pero las sensaciones vividas y encerradas en sus melodías se atropellaban en cada uno de los suspiros cruzados.
Más silencio, penumbra, y el salado roce de una lágrima sirvieron de entrantes de un banquete de preguntas sin respuesta, de anhelos no satisfechos, de soledades con muchos nombres de compañeros de viaje, de "por qués" huerfanos de "porques".
Las lágrimas, que habían encontrado acomodo en nuestro festín de piel, rabia contenida y espíritu invitaron a los susurros a contar mentiras piadosas, y estos a su vez, como viento del norte, espolearon a nuestros labios a buscar refugio en los labios del otro, y nuestra esencia compartida se vació de nuevo en el recipiente de nuestros cuerpos cansados.
El tiempo, mientras, seguía robándonos la vida dulcemente, grabando la memoria de cada instante a fuego en la rugosa supeficie de una utopía que por deslices del destino se le robó al imposible.
miércoles, abril 01, 2009
Crisis
No pretendamos que las cosas cambien si siempre hacemos lo mismo.
La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países porque la crisis trae progresos.
La creatividad nace de la angustia como el día nace de la noche oscura.
Es en la crisis que nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Quien supera la crisis se supera a sí mismo sin quedar 'superado'.
Quien atribuye a la crisis sus fracasos y penurias violenta su propio talento y respeta más a los problemas que a las soluciones.
La verdadera crisis es la crisis de la incompetencia.
El inconveniente de las personas y los países es la pereza para encontrar las salidas y soluciones.
Sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía. Sin crisis no hay méritos.
Es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno, porque sin crisis todo viento es caricia.
Hablar de crisis es promoverla, y callar en la crisis es exaltar el conformismo.
En vez de esto trabajemos duro. Acabemos de una vez con la única crisis amenazadora que es la tragedia de no querer luchar por superarla.
ALBERT EINSTEIN
La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países porque la crisis trae progresos.
La creatividad nace de la angustia como el día nace de la noche oscura.
Es en la crisis que nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Quien supera la crisis se supera a sí mismo sin quedar 'superado'.
Quien atribuye a la crisis sus fracasos y penurias violenta su propio talento y respeta más a los problemas que a las soluciones.
La verdadera crisis es la crisis de la incompetencia.
El inconveniente de las personas y los países es la pereza para encontrar las salidas y soluciones.
Sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía. Sin crisis no hay méritos.
Es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno, porque sin crisis todo viento es caricia.
Hablar de crisis es promoverla, y callar en la crisis es exaltar el conformismo.
En vez de esto trabajemos duro. Acabemos de una vez con la única crisis amenazadora que es la tragedia de no querer luchar por superarla.
ALBERT EINSTEIN
martes, marzo 24, 2009
Vida
Después de todo, todo ha sido nada,
a pesar de que un día lo fue todo.
Después de nada, o después de todo
supe que todo no era más que nada.
Grito «¡Todo!», y el eco dice «¡Nada!».
Grito «¡Nada!», y el eco dice «¡Todo!».
Ahora sé que la nada lo era todo,
y todo era ceniza de la nada.
No queda nada de lo que fue nada.
(Era ilusión lo que creía todo
y que, en definitiva, era la nada.)
Qué más da que la nada fuera nada
si más nada será, después de todo,
después de tanto todo para nada.
José Hierro
a pesar de que un día lo fue todo.
Después de nada, o después de todo
supe que todo no era más que nada.
Grito «¡Todo!», y el eco dice «¡Nada!».
Grito «¡Nada!», y el eco dice «¡Todo!».
Ahora sé que la nada lo era todo,
y todo era ceniza de la nada.
No queda nada de lo que fue nada.
(Era ilusión lo que creía todo
y que, en definitiva, era la nada.)
Qué más da que la nada fuera nada
si más nada será, después de todo,
después de tanto todo para nada.
José Hierro
lunes, marzo 16, 2009
Naipes
A veces pienso que olvidé escribir, que entre batida y batida de la vida, algo de lo que soy se pierde. Una especie de peaje que se abona por el regalo de estar vivos, o quizás una entrega a cuenta de la promesa de una vida mejor.
En otras ocasiones he escrito sobre los instantes, sobre el precioso momento que pasa ante ti durante una fracción de segundo, y de la terrible ceguera que nos impide disfrutarlo, y que no es otra que nosotros mismos y el conjunto de realidades que dibujamos en torno a nosotros a modo de excusa vital. Ayer, viendo a mi vida debatirse entre lo correcto y la necesidad imaginé, desde el principio, como habría sido, si cada una de las opciones que se me presentaron hubieran sido resueltas con otro signo. Las interrogantes cubrieron, en poco tiempo, el cielo onírico que sobrevolaba el escenario imposible. La única conclusión que extraje del extraño experimento fue que mi vida es ahora un castillo de naipes que sigue creciendo a la espera del temporal...
En otras ocasiones he escrito sobre los instantes, sobre el precioso momento que pasa ante ti durante una fracción de segundo, y de la terrible ceguera que nos impide disfrutarlo, y que no es otra que nosotros mismos y el conjunto de realidades que dibujamos en torno a nosotros a modo de excusa vital. Ayer, viendo a mi vida debatirse entre lo correcto y la necesidad imaginé, desde el principio, como habría sido, si cada una de las opciones que se me presentaron hubieran sido resueltas con otro signo. Las interrogantes cubrieron, en poco tiempo, el cielo onírico que sobrevolaba el escenario imposible. La única conclusión que extraje del extraño experimento fue que mi vida es ahora un castillo de naipes que sigue creciendo a la espera del temporal...
jueves, marzo 12, 2009
Mad Men
Cuánto somos de verdad, que hay de real en las palabras que comercializamos, en las promesas que formulamos, en los te quieros que juramos. Quién no navega en el filo de la impostura, de la apariencia bien tejida, del parapeto de una experiencia eterea. Qué decidimos ser tras el velo de nuestra apariencia, tras el castigo de nuestra voluntad verdadera. Qué hay de nosotros y cuánto de politicamente correcto. Cuántos deseos se ven doblegados por un par de gramos de oro y dos firmas en un contrato, bautizado como vínculo. Cuántos sueños no son el escaparate de nuestros anhelos... La vida es una farsa que se cobra la entrada de nuestra felicidad.
Queda prohibido
¿Qué es lo verdaderamente importante?,
busco en mi interior la respuesta,
y me es tan difícil de encontrar.
Falsas ideas invaden mi mente,
acostumbrada a enmascarar lo que no entiende,
aturdida en un mundo de irreales ilusiones,
donde la vanidad, el miedo, la riqueza,
la violencia, el odio, la indiferencia,
se convierten en adorados héroes,
¡no me extraña que exista tanta confusión,
tanta lejanía de todo, tanta desilusión!.
Me preguntas cómo se puede ser feliz,
cómo entre tanta mentira puede uno convivir,
cada cual es quien se tiene que responder,
aunque para mí, aquí, ahora y para siempre:
Queda prohibido llorar sin aprender,
levantarme un día sin saber qué hacer,
tener miedo a mis recuerdos,
sentirme sólo alguna vez.
Queda prohibido no sonreír a los problemas,
no luchar por lo que quiero,
abandonarlo todo por tener miedo,
no convertir en realidad mis sueños.
Queda prohibido no demostrarte mi amor,
hacer que pagues mis dudas y mi mal humor,
inventarme cosas que nunca ocurrieron,
recordarte sólo cuando no te tengo.
Queda prohibido dejar a mis amigos,
no intentar comprender lo que vivimos,
llamarles sólo cuando los necesito,
no ver que también nosotros somos distintos.
Queda prohibido no ser yo ante la gente,
fingir ante las personas que no me importan,
hacerme el gracioso con tal de que me recuerden,
olvidar a todos aquellos que me quieren.
Queda prohibido no hacer las cosas por mí mismo,
no creer en mi dios y hallar mi destino,
tener miedo a la vida y a sus castigos,
no vivir cada día como si fuera un último suspiro.
Queda prohibido echarte de menos sin alegrarme,
odiar los momentos que me hicieron quererte,
todo porque nuestros caminos han dejado de abrazarse,
olvidar nuestro pasado y pagarlo con nuestro presente.
Queda prohibido no intentar comprender a las personas,
pensar que sus vidas valen más que la mía,
no saber que cada uno tiene su camino y su dicha,
sentir que con su falta el mundo se termina.
Queda prohibido no crear mi historia,
dejar de dar las gracias a mi familia por mi vida,
no tener un momento para la gente que me necesita,
no comprender que lo que la vida nos da, también nos lo quita.
Alfredo Cuervo Barrero
busco en mi interior la respuesta,
y me es tan difícil de encontrar.
Falsas ideas invaden mi mente,
acostumbrada a enmascarar lo que no entiende,
aturdida en un mundo de irreales ilusiones,
donde la vanidad, el miedo, la riqueza,
la violencia, el odio, la indiferencia,
se convierten en adorados héroes,
¡no me extraña que exista tanta confusión,
tanta lejanía de todo, tanta desilusión!.
Me preguntas cómo se puede ser feliz,
cómo entre tanta mentira puede uno convivir,
cada cual es quien se tiene que responder,
aunque para mí, aquí, ahora y para siempre:
Queda prohibido llorar sin aprender,
levantarme un día sin saber qué hacer,
tener miedo a mis recuerdos,
sentirme sólo alguna vez.
Queda prohibido no sonreír a los problemas,
no luchar por lo que quiero,
abandonarlo todo por tener miedo,
no convertir en realidad mis sueños.
Queda prohibido no demostrarte mi amor,
hacer que pagues mis dudas y mi mal humor,
inventarme cosas que nunca ocurrieron,
recordarte sólo cuando no te tengo.
Queda prohibido dejar a mis amigos,
no intentar comprender lo que vivimos,
llamarles sólo cuando los necesito,
no ver que también nosotros somos distintos.
Queda prohibido no ser yo ante la gente,
fingir ante las personas que no me importan,
hacerme el gracioso con tal de que me recuerden,
olvidar a todos aquellos que me quieren.
Queda prohibido no hacer las cosas por mí mismo,
no creer en mi dios y hallar mi destino,
tener miedo a la vida y a sus castigos,
no vivir cada día como si fuera un último suspiro.
Queda prohibido echarte de menos sin alegrarme,
odiar los momentos que me hicieron quererte,
todo porque nuestros caminos han dejado de abrazarse,
olvidar nuestro pasado y pagarlo con nuestro presente.
Queda prohibido no intentar comprender a las personas,
pensar que sus vidas valen más que la mía,
no saber que cada uno tiene su camino y su dicha,
sentir que con su falta el mundo se termina.
Queda prohibido no crear mi historia,
dejar de dar las gracias a mi familia por mi vida,
no tener un momento para la gente que me necesita,
no comprender que lo que la vida nos da, también nos lo quita.
Alfredo Cuervo Barrero
sábado, marzo 07, 2009
Si solo
Si la música tradujera los latidos cansados; si tus oidos se rindieran y relegaran su tarea a tu espíritu; si los diamantes que contiene el ayer se licuaran en nectar que ofrecer a nuestro encuentro furtivo; si el tiempo pusiera en letargo las manecillas de nuestro reloj regalandonos un espacio en blanco a completar con nuestros secretos; si vaciaramos nuestra piel de todas las caricias; si borraramos las cicatrices de nuestro corazón; si fueramos conscientes de lo leve del instante que creamos a golpe de imposibles; si pudieramos raptarnos de nuestro yo conocido para desnudarnos en nuestro carnaval privado; si nuestras miradas se encontraran repletas del otro; si solo nos concediesemos la gracia...
viernes, marzo 06, 2009
Tu también
Cuando resulta difícil encontrar la letra de una canción que defina un sueño; una suplica; una pesadilla; el desaliento; el anhelo; el cansancio vital; el fracaso del amor; un sin ti ni contigo; lo único que nos arrastra juntos hacia ninguna parte...Aparecen como balsamo de fierabrás para las heridas del alma
miércoles, febrero 18, 2009
Esquinas
La vida esta llena de esquinas, algunas se solucionan solamente girandolas, otras esconden secretos, pasajes inhóspitos, rincones oscuros o simplemente reencuentros ... El caso es que resulta que se podría establecer una bella analogía entre la vida y las esquinas, cada segundo que transcurre sería una, un nuevo interrogante que se nos presenta como opción abierta a ser descubierta. El ser humano es curioso por naturaleza, por eso abre la puerta cuando oye un ruido, o espía un mensaje cuando cree que nadie le observa. Esta vez, mis esquinas me trajeron un mensaje del ayer, rostros pérdidos en el olvido no buscado que en si mismos se constituyen como piezas importantes del puzle que conforma mi alma y sólo una idea me vino a la mente "nunca todo esta perdido"
jueves, febrero 12, 2009
Stand by me
Un regalo de alguien extraordinario que cada instante me recuerda que la vida de uno crece con su legado en otras vidas.
lunes, febrero 09, 2009
A change is gonna come
Se cierra un ciclo y un sabor a ceniza inunda mi alma. Lo pasado es ya historia, una certidumbre repleta de sombras en el pozo donde se diluye demasiado de mi como para poder enfrentarlo sin ambajes ni barerra de por medio. La lucha comienza en cada segundo que se extingue, con la obligación autoimpuesta de encerrar en el baúl del destierro los ayeres y sus ecos... Tanto recorrido, tan efimero mi paso por el tiempo, tan breve el resumen de un final largamente aplazado. Me aterra que en esta odisea que hoy comienza, no cuento conmigo como siempre me conocí, estoy vacio por dentro, cruel en el exterior. Solo existe un motor en mi vida y se aleja de mi. Las dudas que brotan de la incertidumbre golpean mi razón e invitan al delirio a recorrer la senda de mis erraticos pasos. no se nada, olvidé lo aprendido solo queda confiarme al cambio.
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