viernes, julio 25, 2008

Diario de pocos dias 5

Sus pasos se confundieron con los mios en medio de ese caos que todo lo mezcla, que todo lo sume, que todo lo asemeja. Caminantes que se encuentran en el callejón del corazón hambriento de latir dos diástoles más allá del circuito cotidiano, con la única intención, si es que hay alguna, de que todo parezca un accidente.

De aquel recorrido por el parque recuerdo su perfil, el lamento quedo y dulce de su voz más profunda, el ruido de escaparates que se resquebrajan, el susurro de disfraces que se deslizan hasta el suelo dejando al descubierto carne, hueso y secretos amordazados. También el inmenso placer de encontrar el oasis de los raros que jugamos a ser normales, de beber de la fuente de las tiernas verdades infantiles, de las preferencias inconfesables, de las debilidades hechas virtudes, de los pecados compartidos que por ello adquieren el barniz de travesura y sustituyen el "mortal" por el más humano "carnal".

Así crecimos en instantes, robándole minutos a nuestra perpetua labor de vigilantes de lo nuestro, de guardianes de mi hermano, de referentes de un ideal roto. Y mi corazón dicto discursos en su lenguaje oculto, y el suyo respondió sin dilación e introdujo palabras de doble filo entre nuestras ausencias físicas. Todo era breve, fútil y delicado, precioso como todo lo extraordinario y frágil como todo sueño que se precie. Cada segundo era una amenaza para la existencia del siguiente y eso empujaba mis ganas a devorar la fruta prohibida con ansiedad solo controlada en apariencia, mientras bajo las plantas de mis pies ardía el infierno de los amantes funcionando a pleno rendimiento.

Entre poesía, estrofas y canciones perdidas dibujamos un sendero, para mi y supongo que para los que necesariamente nunca estarían compartiendo nuestra mesa, en extremo peligroso. EL mundo mientras se seguía derrumbando, como siempre, a mi alrededor, con la única diferencia de esos momentos compartidos donde el derribo no era más que el complemento circunstancial. Nunca resultó perfecto, ni siquiera considero que lo pretendiésemos, pero si fue demasiado importante como para reconocermelo, bello, espontáneo, necesario, inconcluso... Un buen día la conciencia tocó toque de queda, algo dolía en una de las partes contratantes y casi de mutuo acuerdo enterramos el Grial con su reflejo, a un par de metros bajo tierra, dejando la promesa de unas letras que sirvieran de testimonio a lo vivido, aunque las teclas suenen a prólogo y el deseo lo apellide sinopsis.

Quizás eramos tan iguales que era preceptivo ser distintos o quizás fuéramos tan diferentes que juntos nos parecíamos.

martes, julio 08, 2008

Diario de pocos dias 4

Y ella se acercaba a la cama con su camiseta de algodón gris tres tallas superior, salía de la ducha, y su cuerpo perfumaba la habitación con aroma de azahar, llenando todos los rincones de mis sentidos de la magia de su recuerdo inmediato, cubriendo el presente con su yo, negandole la existencia a cualquier sensación que no emanase de su cuerpo. "Calling you" sonaba y adormecía el deseo con cada verso, conduciendolo a tierras lejanas, donde siempre que mi mirada buscaba en el asiento del copiloto, encontraba el fantasma de aquella que culminaría el final del camino. Me dio por sonreir imaginando los clichés que estaba recorriendo con cada segundo, y el enorme placer que producía saberte protagonista accidental de las evocaciones que soñaste cada vez que repasabas la colección mas "pastel" de titulos cinematográficos.

Se sentó a la orilla de la cama, y perdió la mirada en algún punto del infinito, mientras cumplía con el protocolo de desenredar su cabello aún empapado. Solo podía contemplarla, y mi admiración por cada gesto crecía en cada trayecto que el peine dibujaba en aquel oceano azabache. Cada instante superaba al momento anterior y mi corazón cada vez latía mas lento y pesado, como si quisiera detener el tiempo encerrandome en ese preciso segundo en el que todo formaba parte de lo más parecido a "perfecto" que alcanzaba recordar.

Mi mirada empezó a jugar con todos y cada uno de los rincones que escodían los plieges de su ropa, intentando descubrir que secreto albergaban, tentando a sus pupilas para generar esa sonrisa complice que sirve de preludio para ese primer beso que todo lo enciende.

Suavemente las gotas de su cabello fueron trazando un sendero en las sabanas revueltas hasta encontrarse con mi pecho, y de repente su calor húmedo contamino con dulzura mi espacio, mis poros bebieron de su torrente, mi alma se colmó con su presencia, el instante se grabó a fuego en el corolario de mis dias.