Cuánto somos de verdad, que hay de real en las palabras que comercializamos, en las promesas que formulamos, en los te quieros que juramos. Quién no navega en el filo de la impostura, de la apariencia bien tejida, del parapeto de una experiencia eterea. Qué decidimos ser tras el velo de nuestra apariencia, tras el castigo de nuestra voluntad verdadera. Qué hay de nosotros y cuánto de politicamente correcto. Cuántos deseos se ven doblegados por un par de gramos de oro y dos firmas en un contrato, bautizado como vínculo. Cuántos sueños no son el escaparate de nuestros anhelos... La vida es una farsa que se cobra la entrada de nuestra felicidad.
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