Si la música tradujera los latidos cansados; si tus oidos se rindieran y relegaran su tarea a tu espíritu; si los diamantes que contiene el ayer se licuaran en nectar que ofrecer a nuestro encuentro furtivo; si el tiempo pusiera en letargo las manecillas de nuestro reloj regalandonos un espacio en blanco a completar con nuestros secretos; si vaciaramos nuestra piel de todas las caricias; si borraramos las cicatrices de nuestro corazón; si fueramos conscientes de lo leve del instante que creamos a golpe de imposibles; si pudieramos raptarnos de nuestro yo conocido para desnudarnos en nuestro carnaval privado; si nuestras miradas se encontraran repletas del otro; si solo nos concediesemos la gracia...
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