Tendemos a recordar a las personas que han pasado por nuestros labios en virtud de lo que fue, o al menos eso suele ser en la mayoría de los casos. Esta sensación suele ser especialmente intensa cuando la soledad congela el lecho o cuando la compañera repite unos pasos de baile, ya de sobra conocidos, ya tristemente aprendidos. El caso es que ,en ocasiones, nos da por mirar atrás y analizar con perspectiva esa fuente de suspiros, o esos agujeros negros en la memoria de nuestra alma, y nos encontramos que el origen de la sonrisa tonta, o del velo que nubla nuestra mirada suele ser algo tan efímero como el último adiós.
La memoria la copa lo vivido, los instantes que dejan su impronta en las diferentes capas de nuestro corazón, la cálida humedad de su sexo que fue bálsamo de todas las pasiones encendidas y refugio de muchas noches en vela, la presión de su cuerpo contra las paredes de espacio compartido y la frontera invisible que delimitaba el más alla del nosotros...Sin embargo, siempre queda un espacio en blanco, una niebla que salta directamente hasta el eterno minuto sin ella; a las conversaciones automáticas; a la aguja que ensarta certeramente nuestra entraña. Lo que media entre un campo y otro es ese adiós y la forma que adopta. Bien es cierto que los finales son siempre y simplemente eso, finales, cierres de ciclo, tapas que se cierran o cualquier eufemismo que se quiera emplear en el diagnóstico, pero lo curioso es que, sorprendentemente, la forma, aqui, importa.
A lo largo de mi vida he probado algún que otro final, quizás he sido el peor de los amantes, el más cobarde de los dos o el más tonto, pero ostento el dudoso gusto de haber sido dejado en muuuuchas más ocasiones de las que yo lo he hecho, y viendo las cosas ahora, con mis treinta y tres años de furia me invita a reflexionar sobre el bouquet del abandono.
Como dice aquel "sin ánimo de ser exhaustivos" realizar una taxonomía de las rupturas es dificil,uno se pierde en los inevitables matices, con lo que como antes dije emplearé el sentido del gusto para clasificarlas de alguna forma. Así tendríamos dulces, ácidas, saladas y amargas.
Comenzando por las dulces, serían aquellas tan raras de encontrar en las que ambos simulan estar de acuerdo y resulta creible durante y después; aquellas en las que la amistad, el respeto; la admiración por la otra persona y el reconocimiento interno de que más allá de la certeza de que no te quiere, en el sentido biblico del término, es tan importante en tu existencia y tan difícil de encontrar algo similar que te prohibes perder esa presencia. Son las menos, duelen mucho o quizás nada(igual es cierto que dos se desenamoran al unísono), y precisan de un periodo de distancia, corta o media, para evitar confusiones. En un enorme porcentaje de los casos, pasado el tiempo alguien falla y extraña...
Las ácidas serían fruto de infidelidades. Poco se puede añadir, quizás que todo se invierte en tu interior, la fortaleza es debilidad, la seguridad es miedo, la certeza-mentira, la vida-muerte...
Las saladas serían las que son el colofón de un sinfin de heridas inflingidas por ambas partes, donde hace tiempo se perdió el manual de reglas y casi todo vale. Son el murmullo incisivo y constante a base de la lectura monotónica del corolario de reproches; del triunfo del error sobre la virtud; la losa del hartazgo vendida en paquetes de a tonelada diaria; La violencia verbal como ventana abierta de lo más oscuro de nosotros mismos; la perdida mas absoluta del horizonte del respeto hacia otra persona envuelta en el mantón del "porque te quiero". Largas; agónicas; prueba de resistencia que se lleva a cabo por no reconocer, en medio de la ceguera de los que se odian, que la única solución es el "hasta nunca" y el "ojala esto no hubiera pasado". Frecuentes, terribles y el mayor veneno del corazón.
Las amargas serían las que no obtienen respuesta a la más sencilla y la vez más compleja de las preguntas: ¿por qué?. Son sinónimo de soledad al instante, son desgarro del alma durante cada eterno segundo que te precipita al abismo de la desesperanza. Resultan ser el mayor de los castigos ya que te empujan a un olvido forzoso y forzado, repleto de dudas y de incógnitas a las que te empeñas en poner finales para poder archivarlas de alguna forma, contradiciendo la anterior,contraviniendo tu espíritu que aún ama. Nadas entre los extremos ahogándote en todo el océano intermedio, a pie entre la idealización de tu mayor espina y el odio prescrito para estos casos por todos los que te ven morir un poco más. Las incognitas que se dejan en el alma son a veces la puerta hacia la locura, y de todas las despedidas ha sido para mi la peor ya que uno de los dos decide un buen día y sin preaviso que no te mereces ni la mirada del adiós, simplemente porque le resulta más cómodo así.
jueves, mayo 29, 2008
martes, mayo 27, 2008
Escapadita
Hoy iba a escribir sobre los balcones; sobre las ventanas de Madrid en primavera; sore el desencuentro; sobre ti que lo sabes; sobre mi sombra en el mar; pero alguien a quien siempre he admirado y con quien pocas veces he hablado de algo serio, me ha mandado un mail que francamente me ha hecho cambiar estas lineas. No es nada especial, ni siquiera personalizado y me apuesto un brazo a que ni siquiera sabrá que hoy me ha hecho sonreir el alma. Pero hoy tuve diez segundos en otro lugar, en medio de ese campo de sueños que dibujamos entre las estrellas alguna noche de verano, cuando aún nuestra inocencia alimentaba nuestras miradas y el futuro era un vergel que recolectar, cuando ella era el amor platónico de mi mejor amigo en un pequeño pueblo de tierra de campos. Diez segundos en los que las ganas de ser más allá de la placa que adorna mi despacho, hervían en mis venas. Así que hoy, le dedico estas líneas a ella que tiene nombre de canción, a sabiendas de que si hablamos de nuevo, seguro que menos de esto saldrán todos los temas del mundo.
martes, mayo 20, 2008
Morfeo
Ayer tuve un sueño extraño, me despertaba, como cada día, apagaba el despertador me deslizaba de la cama lentamente para garantizar unos minutos de sueño a mi pareja, toda la ceremonia de la rutina de cada día se cumplía aunque a gran velocidad, como si lo pasaras en un video en "Fast forward", y así , acelerado, pasaba el resto del día: mi trabajo; las llamadas de clientes, de proveedores; de los jefes; el almuerzo de trabajo; todo pasaba por delante mia en un instante, bueno todo menos sus buenos días; el revuelo de las mariposas en la jaula de mi vientre; los tres minutos de canción de no se quién y que hicieron brotar media lágrima de mis cansados ojos; el primer sorbo de vino que despertó todos los rincones de mi paladar; la contemplación de ese cuadro, que desde hace años no hace más que recordarme a mi infancia; ese minuto que le robé a mi agenda para mirar como por encima de las copas de los árboles, el mar dibujaba una linea perfecta cerca del infinito y a medio camino de mi destino;...
Esos momentos se entrecruzaban con un sinfin de imágenes desenfrenadas que mantenían un escrupuloso orden a la hora de conformar mi dia, caían suavemente en mi subconsciente, como una lluvia de plumas, meciendo mi alma como las aguas de un lago a la barca que se deja llevar por los elementos que se reunen a descansar en el crepúsculo de un día de verano. Así volvía a repetirse el proceso, aunque en esta segunda vez, me abandoné hasta la llegada de "mis momentos", y cuando llegaban concentraba todas mis fuerzas en que el sueño me diese medio segundo más, para poder saborear los matices con mayor intensidad, para zambullirme en sus secretos; para grabar sus sensaciones en mi espíritu. No lo conseguí, pero los momentos seguían apareciendo entre el frenesí de horas convertidas en segundos, como un oasis en medio del desierto.
Nada era extraordinario en si mismo, eran fragmentos que perfectamente reconocía, que formaban parte de mi realidad cotidiana, lo único que, en el sueño, se habían invertido los papeles lo accesorio se había convertido en principal y viceversa. Lo "peor" de todo ello, es que estaba disfrutando del viaje alternativo por mis "hoy".
Y así sonó el despertador y era mañana, y me deslicé de la cama lentamente; fui al baño y al alzar la vista estaba yo, una sonrisa y las ganas de volver a pasar por aquel cuadro....
Esos momentos se entrecruzaban con un sinfin de imágenes desenfrenadas que mantenían un escrupuloso orden a la hora de conformar mi dia, caían suavemente en mi subconsciente, como una lluvia de plumas, meciendo mi alma como las aguas de un lago a la barca que se deja llevar por los elementos que se reunen a descansar en el crepúsculo de un día de verano. Así volvía a repetirse el proceso, aunque en esta segunda vez, me abandoné hasta la llegada de "mis momentos", y cuando llegaban concentraba todas mis fuerzas en que el sueño me diese medio segundo más, para poder saborear los matices con mayor intensidad, para zambullirme en sus secretos; para grabar sus sensaciones en mi espíritu. No lo conseguí, pero los momentos seguían apareciendo entre el frenesí de horas convertidas en segundos, como un oasis en medio del desierto.
Nada era extraordinario en si mismo, eran fragmentos que perfectamente reconocía, que formaban parte de mi realidad cotidiana, lo único que, en el sueño, se habían invertido los papeles lo accesorio se había convertido en principal y viceversa. Lo "peor" de todo ello, es que estaba disfrutando del viaje alternativo por mis "hoy".
Y así sonó el despertador y era mañana, y me deslicé de la cama lentamente; fui al baño y al alzar la vista estaba yo, una sonrisa y las ganas de volver a pasar por aquel cuadro....
sábado, mayo 10, 2008
Dos poesías cantadas para sanar las cicatrices del alma
Siempre en la mochila se llevan remedios contra la soledad; esperanzas enlatadas; antifaces de "hastaluego" para los adioses; pálpitos sin nombre pero con su aroma; sonrisas de pega; lágrimas de cristal; mariposas de papel; puntos suspensivos...
jueves, mayo 08, 2008
martes, mayo 06, 2008
domingo, mayo 04, 2008
EPICENTRO
Hace unas semanas estaba hablando con un buen amigo que está pasando por un momento complicado. Tras varias horas de charla buscamos, de forma conjunta, encontrar una serie de conclusiones con carácter previo que nos permitiesen acotar la situación para poder dirigir los pasos hacia una salida. Lo sorprendente es que, de las cinco ideas que delimitamos, cuatro traían causa directa en el entorno: La presión que ejercen los demás; el tiempo, o más en concreto la ausencia del mismo; la falta de recursos económicos (añadamos personales); la quiebra de sus anhelos y esperanzas (por factores externos). En definitiva el factor situacional o como en gramática española se denomina, el complemento circunstancial, viene a ser el principal obstáculo y el mayor lastre del ser humano, en un alto numero de casos, para su desarrollo personal.
Casi con carácter inconsciente y a la luz de sus conclusiones, le formule una elemental pregunta “¿Y tú dónde te sitúas?”. Su respuesta: “en el medio de todo”. Bien podíamos dar por concluido el ejemplo, para extrapolarlo a infinidad de situaciones en las que uno toma consciencia de uno mismo como el epicentro inerte de una vida que va estrechando el cerco hasta el límite mismo de nuestra piel, oprimiéndonos hasta el punto de la crisis personal. Es en ese instante cuando dar entrada a dos factores clave puede abrir las puertas a esa ansiada respuesta que nosotros, de manera inconsciente, esperamos venga de ese entorno, a priori, hostil: las opciones y el más importante de todos nuestros recursos, uno mismo.
Claramente resulta un cambio radical de mentalidad que ciertamente comporta alguna baja o sacrificio (En ocasiones decantarse por una opción cierra la posibilidad de otras, pero al tiempo abre nuevas vías), sin embargo la recompensa más inmediata es la visión diferente de la realidad, como un conjunto de elementos objetivos, aleatorios y abiertos que en el peor de los casos siempre nos va a plantear más de una opción a la hora de enfrentarla, o si se quiere, al momento de aprovecharla.
Con la inclusión de estos dos factores se rompe la visión unívoca de las situaciones y la colocación de la piedra de toque de nuestro pensamiento lo que nos permitirá pasar del rol de secundario dentro de nuestra vida a ser guionistas, directores y actores de nuestra propia existencia. Se trata del aprendizaje de una lección que nos va a ser muy útil para el resto de nuestras vidas y que comienza en ese punto en el que uno se pregunta “¿Qué pasaría si yo…”?
Casi con carácter inconsciente y a la luz de sus conclusiones, le formule una elemental pregunta “¿Y tú dónde te sitúas?”. Su respuesta: “en el medio de todo”. Bien podíamos dar por concluido el ejemplo, para extrapolarlo a infinidad de situaciones en las que uno toma consciencia de uno mismo como el epicentro inerte de una vida que va estrechando el cerco hasta el límite mismo de nuestra piel, oprimiéndonos hasta el punto de la crisis personal. Es en ese instante cuando dar entrada a dos factores clave puede abrir las puertas a esa ansiada respuesta que nosotros, de manera inconsciente, esperamos venga de ese entorno, a priori, hostil: las opciones y el más importante de todos nuestros recursos, uno mismo.
Claramente resulta un cambio radical de mentalidad que ciertamente comporta alguna baja o sacrificio (En ocasiones decantarse por una opción cierra la posibilidad de otras, pero al tiempo abre nuevas vías), sin embargo la recompensa más inmediata es la visión diferente de la realidad, como un conjunto de elementos objetivos, aleatorios y abiertos que en el peor de los casos siempre nos va a plantear más de una opción a la hora de enfrentarla, o si se quiere, al momento de aprovecharla.
Con la inclusión de estos dos factores se rompe la visión unívoca de las situaciones y la colocación de la piedra de toque de nuestro pensamiento lo que nos permitirá pasar del rol de secundario dentro de nuestra vida a ser guionistas, directores y actores de nuestra propia existencia. Se trata del aprendizaje de una lección que nos va a ser muy útil para el resto de nuestras vidas y que comienza en ese punto en el que uno se pregunta “¿Qué pasaría si yo…”?
viernes, mayo 02, 2008
Espejos
Fijo la mirada en la gente y en ocasiones adivino lo que esconden tras los párpados, lo que alberga el deseo que anida en los rincones más oscuros de su ser; la respuesta que palpita tras sus intenciones. Mi mirada es como si se proyectase a través de ellos, traspasando sus barreras y dejando la verdad desnuda..."Son gente" pienso, y descarto automáticamente el universo de posibilidades que cada uno de ellos representan como seres humanos que son, y casi siempre, esta autoridad, o si se prefiere, este poder de cribar, discriminar, excluir entre quienes entran o salen de mi vida, se basa en un sutil detalle, las mas de las veces, intangible. Suena mal, y probablemente sea en realidad peor, sin embargo nunca, en mis treinta y tres años de existencia he sentido el más minimo pudor o remordimiento por esta selección discreccional, al contrario, miro hacia atrás con los ojos de mi alma, y no encuentro un espiritu que sobre o que no encaje entre los renglones de mi historia. Eso me hace sentir bien, y refuerza la certeza de que las almas complementarias tienden a atraerse, a reencontrarse vida tras vida.
Dentro de "mi vida a través de sus nombres" hay espejos de mi alma, sujetos que me conocen sin saber siquiera mi segundo apellido, que pronuncian la palabra que mi boca no encuentra, o reproducen el gesto que mi dolor oculta. Son personas especiales que te hacen sentir que en otro momento fueron tú, que llevan cosida a los talones la sombra de tus pasos de ayer y que en el semblante de todas acciones, aciertas a descubrir las razones que tú esgrimirias, los silencios que casi siempre colacarías, los puntos suspensivos que abandonarías... Son pocos los ejemplos, y se caen los dedos de una mano al contarlos, pero esos reflejos de mi esencia son sin duda la mejor tabla de aprendizaje de uno mismo y la mayor herida abierta de mi existencia. Solo espero que sigan ahi cuando venga a visitarnos la hermana ausencia; cuando el viento helado de la soledad toque en el alfeizar de mi ventana y el otoño de la cotidaneidad oculte el sendero que me lleva a ellos, mientras tanto, a vosotros, a esos pocos, a ti, te avanzo lo que cada palpito de mi corazón reproduce cuando tu pasas por su puerta: gracias por encontrarnos
Dentro de "mi vida a través de sus nombres" hay espejos de mi alma, sujetos que me conocen sin saber siquiera mi segundo apellido, que pronuncian la palabra que mi boca no encuentra, o reproducen el gesto que mi dolor oculta. Son personas especiales que te hacen sentir que en otro momento fueron tú, que llevan cosida a los talones la sombra de tus pasos de ayer y que en el semblante de todas acciones, aciertas a descubrir las razones que tú esgrimirias, los silencios que casi siempre colacarías, los puntos suspensivos que abandonarías... Son pocos los ejemplos, y se caen los dedos de una mano al contarlos, pero esos reflejos de mi esencia son sin duda la mejor tabla de aprendizaje de uno mismo y la mayor herida abierta de mi existencia. Solo espero que sigan ahi cuando venga a visitarnos la hermana ausencia; cuando el viento helado de la soledad toque en el alfeizar de mi ventana y el otoño de la cotidaneidad oculte el sendero que me lleva a ellos, mientras tanto, a vosotros, a esos pocos, a ti, te avanzo lo que cada palpito de mi corazón reproduce cuando tu pasas por su puerta: gracias por encontrarnos
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