Volver pisando mis huellas del ayer regresando las memorias impregnadas en cada piedra, en cada sombra. Todo sigue igual que ayer aunque todo parece distinto. La esencia de los que vivimos nuestras aventuras entre sus rincones resuena como el eco lejano que eleva el viento, del resto solo se puede decir que está más bonito, más limpio, más ordenado, más vacio... No es la primera vez que la nostalgia, tanto tiempo alimentada por mis anhelos, se ve flajelada por la realidad y su moraleja del carpe diem, y es que todo es producto del instante, las risas, los besos, la ilusión del amor sugerido, todo lo bueno pasa mientras no eres consciente de su levedad, para después darle sentido y evaluación a las incontables fechas que arrancas del calendario.
Es ahora cuando extrañas la libertad de aquellos momentos, cuando la amistad latía como nuestro credo personal, cuando la inocencia nos dejaba sorprendernos, cuando soñar y sus frutos no sabían a utopía. Sin embargo sonrio cuando destapo el frasco de los recuerdos y respiro la fragancia de todos esas sensaciones, disfrutando por el mero hecho de haberlas vivido.
Astudillo, agosto de 2008
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