lunes, septiembre 22, 2008

Diario de pocos dias 7

Todo comenzó con mi confesión abierta de uno esos pecados ficticios señalados por la conciencia tardía que no quiere reconocer que todo ha terminado. La mañana impregnada de aromas prohibidos hizo que, entre bostezos, vertiese lo poco que de virtud quedaba en mi.A la dudosa lírica de esas letras respondió mi porteñita del alma, y desde entonces empapelé el muro de mis sueños con su sonrisa, apellidé un cuarto del firmamento con las letras de su nombre, y completé mi corazón, siempre doliente, siempre a medio llenar, con un carro de esperanzas amarradas con la promesa de un encuentro.

Fueron pasando los años, entre desencuentros en la distancia donde por no ponerse de acuerdo los astros, no nos concedían ni pisar el mismo hemisferio, vendiendo anticipos de lo que el sol nos deparaba cada dia, desde mi mañana a su madrugada, desde mi otoño a su primavera. Muchos cuerpos pasaron en el discurrir de los años, muchos amores cotidianos con sus respectivos adioses, baches de ausencias prolongadas y de oscuros silencios, donde siempre quedaba prendido un lucerito sin vela alumbrando un puente de París. Sin embargo, siempre estabamos ahí, mudando de piel, de vida, de pais...Perfectamente irreconocibles para el mundo que alguna vez nos conoció, inconfundibles para el otro aún en el extremo opuesto de ese mundo.

Así ha sido, alimentandonos con el recetario del Dr. Sabina, encontrandonos en las tardes plomizas, seduciendonos en los versos sin rima que surgen de todas y cada una de nuestras conversaciones. Cultivando punzadas en el corazón y parando el tiempo con "te quieros" espontaneos y la promesa de unos labios.

Últimamente coincidimos en medio del caos de nuestras vidas, golpeados por las circunstancias, obligados en cada instante que nos debíamos, y la sensación dejó un enorme espacio en blanco que alguna vez rellenaremos y ante el que solo me queda constatar la certeza de que no cabía en 24h nuestro encuentro...

No hay comentarios: