Y si por un instante se cayeran las mentiras veniales que llenan nuestra boca y anteceden a nuestro yo; si las máscaras que conforman el complejo puzzle de nuestra identidad en las pupilas de otros, en los reflejos de los espejos de los que huimos, se tornasen transparentes como el agua del manantial dejando ver-nos a la luz de esa mirada que tanto tememos, que tanto protegemos, a la que tanto engañamos.
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