Porque no te encuentro en mi y pueblas mi territorio, visitandome en las esquivas miradas que me topo al pasear, saludándome en los alfeizares de las ventanas que reflejan el crepúsculo de ciento y una tardes otoñales; sususrrando enigmas en los oscuros rincones de mi soledad. Te encuentro cuando reniego de ti rasgándo las vestiduras de un capricho que se disfrazó de promesa, de un paraiso que se tornó en cuna de mi destierro, de una quimera que congeló su vuelo al contemplar como la llegada del día convierte sus alas en plomo.
Te pierdo entre mis sábanas cuando lúbricos sueños juegan con mi deseo confundiendo a mi alma con etereos besos del sabor a lo dulce que trae el coincidir con tu boca; el rendirme en tu cuerpo; el morirme dentro.
Te pierdo en cada saludo que pronuncio, en cada oportunidad que tienta a mis ganas marchitas de tanto esperar,en cada día que me convenzo más de mi destino atado al siempre lejos pero tan dolorosamente presente, en cada noche en vela dedicada a armar el puzzle de una la felicidad que nunca es plena, de una agonía que se ahoga bajo la mordaza de lo correcto.
Te extraño aunque no se cuanto porque ya perdí la cuenta vencido por la saudade.