Me resula tan dificil escribir de ti, como sencillo recordarte en cada instante en que mi alma se abandona a la nostalgia. Siempre has sido, durante casi más tiempo que el que llevo recorriendo este mundo y está en mi deseo que así siga siendo, a pesar de los pesares, a pesar de nosotros, de la distancia de nuestros compañeros de alcoba y de nuestros amores cotidianos.
Viniste a mi de la forma más corriente y a la vez más ruidosa, rompiendo con tu mirada la noche, desmontando las conquistas del verano, desgranando la verdad entre las lisonjas y desnudando lo que se escondía tras la máscara canalla. La tinta fraguó la historia, y las ausencias, reforzadas en la distancia, quisieron que eso que nunca acertamos a definir, cristalizara en algo, tan real que avergüenza a los que nos contemplan, tan difícil como ha sido nuestro encuentro.
Y así seguimos recordando coincidencias, roces, miradas furtivas, besos robados a nuestros respectivos, jadeos adolescentes desde la madurez y la eterna sensación de que en los momentos más tristes siempre hay una última instancia a la que apelar y cuyo veredicto siempre será el puedes contar conmigo incondicionalmente cuando necesites un te quiero sin letra pequeña ni ambajes en medio de la oscuridad.