Y simplemente desplazo mis dedos por las teclas, dejando que sea su tacto, su disposición, su sonido diferente, en función de la distancia que las separa, lo que conforme la siguiente palabra que dejar caer en este espacio en blanco.
Escribo con mi tesorito durmiendo a mi lado, y me apropio de su musa, pequeñita, pero pura como el diamante. Respiro su plácido aroma cargado de vida, carente de conflictos, limpio de prejuicios, y sueño despierto con los pasos que dará en su paraíso onírico, deseando aparecer en algún rincón, anhelando formar parte, también en su recién estrenada parcela secreta, de alguna de sus maravillosas alegrías. Esto ultimo, no tiene nada que ver con prepotencias, soberbias, y otros humos de mayores, es simplemente el reflejo, en gramática simple, de una necesidad, la cuál, es tan grande que contamina la poca razón y las muchas sin razones del que escribe.
A menudo temo que esta enorme parcialidad, que este jamas sin ti, condicione mis pasos y mis latidos, que mi destino sea fruto de un doble pensamiento siempre supeditado a ella, y que en definitiva, mi cobardía forzada ponga en riesgo la figura que esta gran artista en ciernes se merece, poniendo en riesgo la presencia de este humilde comparsa en el concierto de su vida, justo el aún incierto día de su estreno....